sábado, 22 de septiembre de 2012

Una llamada me bastó parasanarme, oír tu voz fue para mi el mejor jarabe.

Es rubia y tiene unos ojos celestiales, no es bonita porque es preciosa, cuando ella te sonrie sucumbes al puto milagro que supone que exista, es alocada y no va a doblegarse ante toda esa gente sin vida propia que se dedica a criticarla.
Ella no tiene coplejos, pero, ¿cómo va atenerlos alguien que es perfecta?
No cree en el amor, aunque si quiere a alguien lo quiere a morir y daría hasta su vida por él. Ella consigue engañar a todo el mundo cuando demuestra que no hay un hombre que le importe lo más mínimo y va saltando de cama en cama. Engaña a todo el mundo, pero no puede mentirse a si misma. Sabe que esta loca, pero esta loca por él, pero no lo reconocerá jamás, sabe que daría todo por un instante a su lado, por besar sus carnosos labios o por sentir como se acelerá su corazón y se entrecorta su respiración cuando le tiene a unos centímetros de su boca.
Él no quiere ser uno más en su lista, el sólo quiere ser el hombre de su vida, el que le de las buenas noches y los buenos días, llevarle el desayuno a la cama y aguantar sus ratos malos, su mal genio y sus locuras. No se atreverá nunca a decirle que ella es el centro de su mundo, que no quiere vivir si ella no está a su lado, quiere besarla a cada oportunidad que tenga y dormir abrazado a ella todas las noches del resto de su existencia. Él la quiere con toda su alma, la quiere como es, sin cambiarle nada, no quiere cambiarle ni el lunar que ella tanto se molesta en ocultar  de la vista de todos.
A veces piensa en confesarle que es su pensamiento favorito y que sería su princesa sin necesidad de tener un castillo, pero sabe que ella no piensa lo mismo.
Saben lo que quieren, pero a la vez lo niegan y es que nunca se dirán lo importantes que son el uno en la vida del otro,  nunca contarán que mueren por despertar juntos, ni que ella ya no quiere saltar de cama en cama si puede estar en la de él.
El miedo a reconocer la verdad les hará infelices para siempre y hasta eso se molestarán en ocultarse el uno al otro.


¿Por qué no nos perdemos en las montañas, que nos de cobijo el monte y las estrellas nos arropen?

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