miércoles, 19 de septiembre de 2012

Podrías perdonarme, para que yo pueda perdonarme también...

Han pasado tantos años, supongo que la mujer que soy hoy no hubiese hecho las cosas como la niña que un día las hizo.
Las cosas podían haber sido diferentes entre nosotros, si yo hubiese sido un poco más valiente y no hubiese salido corriendo, pero tuve miedo, no de ti, ni de mí, sino de lo que sentía, me dió miedo que me lastimases y preferí lastimarme yo sola.
Dicen que las palabras que se dicen de más o las que no salen por la boca nos persiguen eternamente, eso es exactamente lo que me sucede a mí.
Sé que ya no me ves de la misma manera que me veías aquel verano, pero te aseguró que nadie ha vuelto a clavarme sus ojos de esa forma, ni he sentido lo mismo, he estado con otros hombres, pero ninguno logró desalojar de mi cabeza el recuerdo de tu mirada y no creo que nadie consiga hacerlo jamás.
Recuerdo aquella  noche perfectamente, segundo a segundo, suspiro a suspiro, palabra a palabra y sílaba a sílaba, recuerdo tus ojos en los míos y nuestros labios en batalla.
Me acuerdo de que el tiempo no trascurría con normalidad, porque me hubiese quedado a tu lado para simpre y recuerdo haber visto la más bella imagen que nunca podré olvidar; los primeros  rayos del manecer bajaban por tu barba y el sol se reflejaba en tu sonrisa.
Siento haber jodido algo que pudo ser precioso por miedo, pero creeme  en el pecado llevo la penitencia y no hay día en que no piense en ti.




No hay comentarios:

Publicar un comentario