martes, 18 de septiembre de 2012

Otra vez.

Otro verano que estoy por la sierra de vacaciones.
Me levanto, me visto y cojó la correa del perro, aún no ha amanecido, pero a Nia no le importa para nada, tengo que volver a subir al piso de arriba para coger el jersei, no recordaba el fresquito que hace por aqui en julio.
Abró la vieja puerta y el olor a tomillo inunda mi nariz, me trasporta a un tiempo pasado, me trae recuerdos de mi niñez, solía ir al campo con mis padres y allí el tiempo transcurría de diferente manera, nunca pensé en la posibilidad de dejar mi tierra, siempre estuve enamorada de este bonito lugar y siempre me sentí orgullosa de ser hija de quien soy, porque mi tierra fue quien me forjó el carácter y el cielo me prestó su color para mi mirada.
Pero todo cambió cuando tu decidiste que todo había acabado, tuve que irme porque hubiese acabado odiando esto y no era justo para nadie que siguiese aqui.
LLego al riachuelo de enfrente de la casona y Nia pega unos ladridos detrás de mi, cuando me doy la vuelta para ponerle la correa veo que eres tú y me preguntas porque he tardado tanto en volver, me dices que casi te vuelves loco en tanto tiempo de espera y me besas los labios.
Definitivamente Nia y yo volvemos a la sierra.

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