domingo, 30 de septiembre de 2012

Ando borracho entre mis recuerdos tropecientos mil besos y me puse a cantar me quede ronco gritando en silencio para no despertar a mi soledad.

Estaba enamorada de él, de eso estaba segura. Por alguna estraña razón se molestaba en negarlo y decirse a si misma que no lo estaba todos los días, que no podía permitirle entrar de esta manera en su  mundo para destrozarlo.
Le decía que solo era un polvo, o dos, o tres, o cuatro, como mucho cinco..., que no se encaprichara porque ella no tenía dueño, que no quería nada con nadie, que no ibana  durar más de una noche, como mucho dos o tres.
 Pero ella hubiera puesto el cielo patas arriba si él hubiese querido pisar el sol, hubiera bajado todas las estrellas del cielo con solo un dedo para iluminar su miraba y le podía haber pintado los ojos color de esperanza desde la primera vez que le vió pasar, sin darse cuenta de lo importante que iba a ser en su vida.
Realmente era su media naranja, su príncipe azil, su sol y su luna, era su amor. Era todo y no era nada, era todo lo que quería y nada que pudiera suprimir en su vida, era como respirar o el palpitar del corazón.
Pero ella no quisó darle la oportunidad de que le rompiera en pedazos el alma y le recordó que solo era un polvo, o dos, o tres, o cuatro, como mucho cinco...

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