Ella ya ha dejado de llorar en silencio para que sus carcajadas se escuchen por doquier, ya ha dejado de sentir ese maldito dolor al ver como él se alejaba y no podía hacer nada para retenerlo a su lado.
Ella se vuelve a soltar el pelo y se vuelve a sentir mujer, vuelve a ser la misma que antes de que él llegara, vuelve a mover sus caderas al ritmo de la música cuando camina con ese vaivén tan suyo, ha vuelto a mirar a los ojos a la vida y ha vuelto a llegar a casa de madrugada dejando su carmín en algún cuello barato de amoríos de una noche.
Ella ya no piensa en él más que alguna vez al día y su recuerdo se ha dado cuenta de que le saca una sonrisa, que pudieron serlo todo, pero nunca serán nada, nada más que dos extraños jugando a hacerse daño.
Ella se ha asomado a la ventana de su alma y ha encontrado empañados los cristales, pero con un paño húmedo y medio destrozado por el paso del tiempo y la dureza de los años a intentado limpiarlos y ha decidido mirar a la cara a la suerte, ha decido vivir su vida como si él nunca hubiese estado en ella. Que si, que lo sé, que ella le amó más que a su vida, pero ahora, en este preciso momento ella ha decidido que el precio a pagar salio muy caro y que no valió la pena.
Ella esta noche es la más hermosa criatura, una mezcla entre malicia y dulzura inunda su mirada y su cuerpo es el más poderoso templo del pecado.
Él la mira, sonríe y se rompe por dentro, ella le sonríe y le pone esa mirada de "fui tuya, ya tuviste tu oportunidad y me dejaste escapar, ahora llora por no tenerme a tu lado" y se marcha con cualquiera que le ofrezca un manojo de mentiras que caducan con el alba.
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